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sábado, 26 de julio de 2008

La Garrafa que cambió el rumbo.

La aparición del Ford Falcon y del Chevitú en el Turismo de Carretera en 1964, conducido por Oscar Alfredo Gálvez y Jorge Cupeiro, evidenció el cambio que vendría en la categoría.

Después, el Torino, en 1967 siguió cambiando la historia.

Oscar Alfredo Gálvez, sin motivación por la muerte de su hermano Juan en 1963, aceptó el desafío de sentarse en un Falcon para despedirse luego de su larga y fructífera trayectoria en el TC.

Luego, José Froilán González, importó un Chevrolet Nova dos puertas, al que se lo bautizó Chevitú.

Este, con la conducción de Jorge Cupeiro, tuvo éxitos resonantes. Obtuvo 9 victorias en el torneo de 1965, y solo fue superado por Dante Emiliozzi en el torneo.

Un año después, los éxitos alcanzados por Rodolfo de Alzaga, Nasíf Estéfano, y Atilio Viale del Carril, sobre sendos Ford Falcon del equipo oficial, posicionaban bien al nuevo producto de la marca.

EL TORINO CAMBIA LAS NORMAS.

Aparece el equipo oficial de Industrias Kaiser Argentina, y obliga a replantear la cuestión reglamentaria y a buscar otras salidas, al punto de desdoblar la categoría en dos fórmulas durante 1970, “A”, y “B”, no sin antes llevar a constructores, preparadores y pilotos a presentar nuevas unidades de conceptos diferentes a los que entonces tenían las “cupecitas”.

En general todo el Turismo Carretera cambiaba, algunos usuarios de cupé, Ford, Chevrolet, aprovechaban los cambios reglamentarios y cambiaban la estética, aunque ninguno alcanzó a sobresalir.

La nueva marca de Santa Isabel, tiró por tierra todo lo hasta entonces conocido, razón por la cual fueron apareciendo autos como Garrafa, Prototipo Ford, y el mismo Oreste Berta, apuró la presentación del prototipo de IKA, en principio llamado Pachamama, que fue la Liebre II, que Heriberto Pronello había diseñado.

DEBUT TRIUNFAL DE LA GARRAFA.

Las quince primeras carreras del calendario de 1967 fueron para Torino y Ford.

La marca Chevrolet, con Pairetti y Bordeu, no habían podido ganar, pero aquel 16 de julio de ese año, en el autódromo porteño, la aparición del nuevo auto de Sáenz Peña confirmaba que la elección de sus preparadores no estaba equivocada.

Todo comenzó cuando los hermanos Aldo y Reinaldo Bellavigna, luego de su desvinculación como preparadores del Chevitú de Cupeiro, encargaron a Jorge Parodi el diseño de un auto para correr en TC. Fue a principios de 1967.

La construcción se basó en un Bergantín. Es decir, declararon medidas del mismo según lo requería el reglamento entonces vigente, y sobre esas cifras comenzaron a realizar la jaula.

La elección por ese modelo de auto tuvo su origen en la excelente distancia entre ejes y trochas, entre otras cosas, para dotarlo de suspensiones más racionales escasa área frontal, poco peso y la posibilidad de una provechosa potencia de masa.

Entre los Belavigna, Parodi, y el chapista Francisco Martínez la fueron moldeando poco a poco, y la vistieron de chapa del 20’ , aunque la trompa y cola eran de fibra de vidrio y resina poliéster. De allí al autódromo, días antes de la carrera de TC.

Los primeros en alcanzar la victoria, con un auto de estas características en el TC, fueron Aldo y Reynaldo Bellavigna, con la conducción del ítalo Andrea Vianini.

En aquel tiempo de auge del automovilismo subvencionado por fábricas resultaba importante que un auto nacido de una iniciativa particular demostrara que podía ganar a cualquiera si está bien hecho y bien conducido.

Tanto Andrea Vianini como los hnos. Bellavigna, fueron entonces la modernidad del momento de aquel Turismo de Carretera.

Aquella carrera de 16 de Julio de 1967, con setenta mil almas que siguieron las alternativas cambiantes que tuvo, en la que lucieron Gradassi y Vianini, en pos de la victoria, tenían al prototipo de Ford de Atilio Viale del Carril como serio adversario, y lo fue hasta el abandono.

Como en la actualidad, antes de la prueba principal, la disputa de tres series.

Viale del Carril, Vianini, y Cupeiro fueron ganadores. Una final que tenía entre sus favoritos a del Carril, Vianini, Gradassi, Cupeiro, Copello, y otros.

Un múltiple choque en el ingreso a la recta principal, tras la primera vuelta de la final, originado por haberse quedado parado en la partida, Julio Devoto, dejó el saldo de varios autos rotos, entre ellos el prototipo Ford que venía liderando la misma.

Para nada desmereció la victoria alcanzada por Andrea Vianini, ante la inventiva, la correcta aplicación de los elementos disponibles, la confianza en la propia capacidad y cierta dosis de ingenuidad, bien entendida pueden hacer milagros, que los hnos.

Bellavigna pusieron de manifiesto en la presentación de su producto. En la inauguración del autódromo Zonda de San Juan, 8 de Octubre del ’67, es llamado para conducirla Carlos Marincovich, quien obtiene un segundo puesto detrás de Eduardo Copello su vencedor.

TC Y SPORT PROTOTIPO.

Fue aquel auto que punteó varias carreras más en el resto del torneo, y volvió a vencer en la carrera inaugural del autódromo “Oscar Cabalén” de Alta Gracia el 17 de marzo de 1968.

Después sus dueños decidieron cambiar el Chevrolet por el Dodge, siempre con la conducción de Andrea Vianini, el mismo que la hiciera debutar en la primer carrera de Sport Prototipo en 1969 en el autódromo de la ciudad de Buenos Aires.

Luego el alejamiento de Vianini del equipo de Bellavigna, es designado como piloto Ricardo Peduzzi, en la carrera del Cabalén, quien solo pudo recorrer los primeros metros de carrera con vuelco posterior sin consecuencias. para el piloto.

Por entonces, Juan Manuel Bordeu piloto del equipo de Bellavigna también la presenta, pero la carrera de Turismo Carretera Fórmula “B” Vuelta de Córdoba, en donde sufre un reventón del neumático delantero lo cual origina un vuelco espectacular que deja a su piloto bajo observación médica, y el auto totalmente destruido.

Pero el sentimiento, el amor a los fierros, a los autos puede más, y hace pocos días en el mismo autódromo en donde alguna vez ganara aquella Garrafa amarilla, el “Oscar Cabalén” es nuevamente presentada luciendo la misma forma y color y el número 97 que llevó durante su primera temporada en el Turismo Carretera.

Obviamente también estuvo quien la condujo, Andrea Vianini ovacionado, saludado, aplaudido por quienes fueron testigos de un momento de nostalgia, de recuerdo, de una época brillante del automovilismo deportivo argentino de otra época.

FUENTE: ALBERTO ZAPATA (EL DIARIO DE PARANÁ).

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